Buena valoración del primer año de acompañamiento integral a las escuelas de alumnos enfermos
Ahora que ha terminado la escuela, vale la pena recordar que hay niños y niñas que no han podido asistir por culpa de un cáncer o de otra enfermedad grave. Te explicamos el acompañamiento personalizado que ofrece la Fundación Villavecchia en estos casos.
Queda mucho camino por recorrer en la atención educativa de los niños y niñas enfermos de cáncer. No sólo el niño enfermo se encuentra con dificultades a la hora de seguir el curso, mientras recibe su tratamiento, sino que el equipo docente y los compañeros de clase a menudo tienen dudas sobre cómo ayudar y enfocar su relación con el alumno enfermo. Para acompañar a escuelas y familias en esta situación difícil, la Fundación Villavecchia puso en marcha en septiembre de 2021 un programa de acompañamiento que podemos decir que ha cumplido con las expectativas: “La acogida ha sido muy positiva. Tejer esta red colaborativa con las escuelas, el aula hospitalaria y la atención domiciliaria ha hecho posible una atención de mayor calidad y la creación de sinergias que, seguro, nos traerán nuevas propuestas para seguir desarrollando nuestro proyecto educativo el curso que viene”, afirma Ana Belén Bautista, psicóloga de la Fundación.
¿Qué tiene de especial este programa de soporte a las escuelas? En el caso de la Fundación Villavecchia, es el mismo equipo que atiende a la familia afectada el que trabaja juntamente con la escuela. Como explica Ana, “Nosotros tenemos la información médica de primera mano, somos el equipo que acompaña a la familia durante el proceso de la enfermedad”.
Su intervención no se limita a dar una charla explicativa. “Cuando vamos a la escuela, no vamos a contar la enfermedad, vamos a hablar concretamente del niño o niña que padece aquella enfermedad. Cada actuación es totalmente personalizada y nos vamos adaptando a los cambios que nos marca la evolución del paciente.” Como nos aclara Ana: “No hacemos charlas informativas, son trabajos de apoyo muy concretos y personalizados”. Y al tratarse de enfermedades minoritarias, no es habitual que los centros hayan tenido otras experiencias similares; por eso valoran tanto el asesoramiento que se les ofrece. El seguimiento es continuo y el contacto es más frecuente cuando existen situaciones complejas, tanto a nivel médico como sociofamiliar o emocional.
Actuar de esta manera beneficia tanto a la escuela como al alumno y la familia afectada: “La familia tiene la percepción de que vamos todos a una, que estamos coordinados y que remamos todos en la misma dirección”, asegura Ana.
¿Y cuál es el punto de vista del profesorado? Hemos hablado de ello con Sandra Barrero, maestra domiciliaria que ha acompañado a un alumno enfermo de cáncer durante el curso pasado: “Contar con el apoyo del equipo de la Fundación Enriqueta Villavecchia ha sido positivo en todos los aspectos. Pongo el foco en especial en la psicóloga de la Fundación que es quien me ha acompañado durante todo el tiempo que se ha realizado la atención educativa domiciliaria”.
Sandra comenta que ha sentido el apoyo de la Fundación en todo el proceso, “como por ejemplo al inicio de la AED (Atención Educativa Domiciliaria), cuando la psicóloga me dio toda la información necesaria relacionada con el alumno para poder personalizar y ajustar mi actuación a sus necesidades. En el transcurso de esta AED, la psicóloga también me ha acompañado en cualquier situación necesaria, como por ejemplo cuando el estado de salud del alumno empeoraba o cuando había momentos que no sabía gestionar, pues me encontraba ante una situación desconocida y ciertamente delicada”.
Como afirma Sandra, el acompañamiento de la Fundación le ha dado herramientas para poder gestionar las diversas situaciones que se planteaban, así como sus propias emociones. “Para mí, tener este apoyo ha sido importantísimo, imprescindible y muy necesario para poder acompañar al alumno y a su entorno más cercano, pues creo que formar equipo y trabajar todos en la misma dirección es vital para poder llevar a cabo este tipo de atenciones.”
Ana Belén Bautista nos confirma que el próximo curso se continuarán haciendo estas intervenciones y se ampliarán. “Seguiremos trabajando para que el diagnóstico de la enfermedad no represente una ruptura con el entorno más cercano del niño enfermo, que se mantenga el enlace con la escuela y que el alumno se siga sintiendo parte del grupo. En caso de que haya cambios físicos o cognitivos significativos en el paciente, también preparamos la clase para que no los impacten, aunque, en la mayoría de los casos, han hecho videollamadas, han observado los cambios y los han integrado de manera natural.” La iniciativa también quiere crecer a nivel de concienciación: “Queremos realizar un trabajo de sensibilización, tanto en centros educativos como en la sociedad general, que favorezca entornos más sensibles y acogedores para las familias que deben pasar por la experiencia del cáncer infantil.” ¡Seguiremos atentos a la evolución de este programa!
► En este enlace encontrarás más información sobre cómo funciona el acompañamiento de la Fundación Villavecchia a escuelas e institutos.
TEXTO: Òscar Marín