“El voluntariado cambia el mundo porque te cambia a tí”
Entrevistamos a Gus Wallin, uno de los primeros voluntarios que formó parte del programa de voluntariado domiciliario de la Fundación
Que significa para tí hacer un voluntariado como el que se hace a la Fundación? Habías hecho de voluntario en otras entidades antes?
Había hecho de voluntario antes, sí. Diferentes voluntariados. Todas las acciones de voluntariado tienen su particularidad. Todas son bonitas, enriquecedoras y potentes. Pero sí es verdad que, en general, siempre puedes conectar más con una. Es cómo si te gusta trabajar la espiritualidad y el bienestar mental y físico. Puedes hacer yoga, meditación, pilates, tai chi... seguro que todos están bien, pero habrá uno dónde te sentirás especialmente cómodo. Bien, para mí, la FEV fue ese ‘mi voluntariado especial’. Me sentí especialmente cómodo. Tuve la suerte de conocer al equipo de la fundación desde dentro. Gente preciosa, de verdad. Un verdadero equipazo. El voluntariado que se hace en esta fundación es MUY potente. Compartir momentos con niños y adolescentes que sufren o han sufrido cáncer y otras enfermedades graves, es un canal directo a la belleza de la vida. Primero conectas con su vida, que tiene un valor incalculable. Después conectas con la tuya, que tendrías que valorarla cómo ellos hacen. Y aprendes, vaya si aprendes. Mucho.
La mayoría de experiencias a voluntariado domiciliario las has hecho con adolescentes y jóvenes. Qué destacarías de esta experiencia y aprendizaje, y del vínculo o la relación que estableces con los jóvenes de esta edad?
Creo que todos tenemos un niño dentro. Pero también tenemos un adolescente y un joven. Quizás es más fácil sacar al niño que tenemos dentro y jugar o cantar. Pero te aseguro que sacar al adolescente que llevas dentro es muy chulo. Esto es lo que tienes que hacer en un domiciliario con adolescentes y jóvenes. Ellos quieren, por un rato, alejarse de médicos, padres, madres y hermanos. Ellos quieren ser ‘malos’, pasar de todo y reír por no llorar. Quieren sentir la confusión y la tontería del adolescente, del joven. Quieren ponerse un escudo, una etiqueta y enamorarse de quién no deberían. Quieren vivir lo que hemos vivido todos de forma natural, pero que en su caso es complicado. Qué hace que un adolescente sea un adolescente? Tener a un igual delante. Un adolescente solo es un mar triste y quieto. Un adolescente acompañado de otros, es un mar enfadado y peligroso. Todos tenemos derecho a navegar grandes olas, porque flotar en silencio es una mala pasada. Esto trataba de hacer yo. Convertirme en un adolescente para sacar el que llevaban ellos dentro... para intentar que vivieran aquello que se merecen vivir. Fuera compasión, fuera cuidarles, fuera ‘pobrecitos’. Si con un niño coges un lápiz y dibujas, con un joven te vas a tomar algo, coges un espray y haces un graffiti sin que te pillen.
Una de las cosas que se reivindica desde la Fundación es la importancia de las actividades de ocio y de deporte al aire libre para los niños y jóvenes que sufren una enfermedad grave o que los limita la vida, por el mucho que los puede ayudar. Tú has participado tanto en la semana de esquí en Andorra como la salida a Puerto Aventura; como valoras estas dos experiencias? Algún momento que recuerdes especialmente?
Sí. Lo que para nosotros puede llegar a ser normal, para estos niños y adolescentes puede llegar a ser la semana o el finde del año. Personalmente, participar en estas salidas fue lo máximo a nivel de voluntariado que he vivido. Especialmente Andorra. No os imagináis la complejidad de una salida de este tipo. Responsables, médicos, enfermeras, protocolos, normas... toda una cadena y una maquinaria de procesos para acabar en una sonrisa. Brutal. Para ellos es una pequeña vida dentro de su vida. Recuerdo observarlos. Me encantaba pensar que, por unos momentos, el mundo cambiaba el atrezzo que tenían por uno especial, único y hecho por ellos. Mi frase para definir el voluntariado es ‘Ellos son los protagonistas’. Y PortAventura y sobre todo Andorra, era una peli ideal para ellos. Por unos momentos, eras niños y jóvenes como los otros. Esquiar está muy bien. Son valientes. Infinitamente más que nosotros. Pero para mí lo más importante es que hablaban, reían, se peleaban, se protegían, se querían, se besuqueaban, jugaban y dormían... JUNTOS. Lo demás era lo de menos. Los demás éramos lo de menos. Estaban JUNTOS. Como amigos, buscándose por edades, cuidándose transversalmente entre edades, explorando y conociendo, aprendiendo más allá de batas blancas y familiares. No recuerdo sentir tanta felicidad como observando su felicidad...
“La motivación que nace cuando haces voluntariado es la que importa, la verdaderamente imparable. Estoy convencido de que el sentimiento de plenitud de un acto de voluntariado está muy cerca del de ser realmente feliz”
Fuiste el creador del video que dio el pistoletazo de salida al Programa de curas paliativas pediátricas de 2016. De donde surgió la idea del video del “Cuenta conmigo”?
Tan creador fui yo como lo fue Fitzcarraldo, la productora que lo rodó... Fran Menchon y David Casademunt, dos fieras de la imagen, fueron para mí las claves del éxito. Yo conecté las piezas, que también tiene su mérito. Pero ellos visualizaron la magia como nadie. Sobre todo David. Tampoco olvidemos a Txarango. Sin su banda sonora no habríamos llegado donde llegamos. Aunque la idea de plasmar la muerte como escenario real y próximo no era nada fácil. Y menos cuando hablas de una niña. Creo que lo mejor del vídeo es que ves la niña y ves la vida. Su baile, su juego con el voluntario, su amor a los padres y hermano... También su tristeza. Todo el que ves de ella es vida. Ella es la vida y los demás la acompañamos. La magia del cine te permite conectar una nota musical con un dibujo, un dibujo con una actriz real, una actriz con un espacio, un espacio con un sentimiento, un sentimiento con un mensaje... y así llegas al final. Y el final es la magia de poder contar con alguien, que es lo que resume un programa vital (nunca mejor dicho) como es de las curas paliativas pediátricas. Ahora, con el Covid, hemos visto lo que es morir solo, verdad? Pues este programa es un canto en la vida, como dice Txarango, hasta ‘el último suspiro de la noche’.
Imagino que en la construcción del personaje debía haber muchas pinceladas de las experiencias que habías vivido siendo tú voluntario... le diste forma pensando en los niños y jóvenes que habías conocido?
Bien es verdad que la construcción del personaje fue un trabajo de muchas personas. El equipo de Fitzcarraldo, nosotros, la Fundación... Casi te diría que en este proceso el equipo de la Fundación fue clave. Nadie mejor que ellos conocía los perfiles que tenían que salir en el vídeo. Y ellos dieron las claves para formarlos. No es, en ningún caso, un video personal mío. Ni de David. Ni de Anna Varderi. Es un vídeo universal, de todos... casi te diría que es un vídeo de muchas personas, para la humanidad entera. A todo el mundo le llega.
Qué bonito que esté hecho mezclando dibujo e imagen real. Te lo imaginaste así desde el principio?
Sí, la técnica de animación de rotoscopia tiene algo que desde siempre me ha fascinado. Supongo que desde que ví el videoclip de ‘Take on me’, un clásico. Sí que fue una de las primeras premisas, y quizás la más importante. Porque si aciertas la técnica y visualizas bien desde los primeros momentos de la creación, tienes un camino perfecto para recorrer. Y así fue. Y, repito, gracias a la visión de David Casademunt.
Cómo fue la elaboración del guión?
Desde la Fundación nos pidieron que salieran una serie de perfiles (equipo médico y psicosocial, voluntariado, familia, etc). También escenarios (hospital, casa...). Esto ya te ayuda a construir el guión. Pero posiblemente la idea que para mí marca el guión y le da tanta fuerza, es el hecho de que la niña sea bailarina. Esto te atrapa. Desde el primer momento la niña baila y es vida. La caída representa la enfermedad. Y el resto es el proceso hasta que se va. Al final, ella vuelve a bailar... hacia las estrellas. El baile y la vida, conecta principio y final.
Nos podrías explicar alguna anécdota del rodaje y el montaje?
Más que anécdotas, recuerdo la sensación de todos de estar haciendo algo muy bonito. Recuerdo que cada uno: técnicos, actores, agencia, equipo de la fundación... todos teníamos la misma sensación. Aquello era grande y saldría bien. Cada decisión motivaba. Cada paso del rodaje lo hacía todo más interesante. Recuerdo pensar ‘Como publicista, es el proyecto más importante que he hecho y haré nunca’. Y, de momento, así ha sido.
Y por último... qué le dirías a alguien que está valorando la opción de entrar en algún programa de voluntariado?
Cómo decía Vicente Ferrer,lo importante es la acción. Acción, hacer, sentir. Es igual el tipo de voluntariado, esto puede variar. Lo realmente importante es la acción. TODOS los voluntarios del mundo te dirán que el voluntariado es de lo mejor que han hecho en la vida. El voluntariado cambia el mundo porque te cambia a tí.
Cuál es la palabra que te viene a la cabeza para definir el voluntariado, si te hacen elegir solo una?
Magia.